El 2017 acaba de empezar, y ya he cumplido el propósito principal que tenía para este año.
¿Cuál era ese propósito?
Dejar de trabajar como freelance después de 7 años ininterrumpidos, y volver a estar en plantilla en una empresa.
Lo sé, puede que suene raro, ahora que todo el mundo quiere ser freelance, y el trabajo freelance tiene fama de ser la mejor forma de poder desarrollar un proyecto personal, pero…
¿De verdad es así?
Si te interesa mi experiencia y mi punto de vista, sigue leyendo.
Mi aventura como Freelance
La razón principal por la cual elegí hacerme freelance era la de poder tener la libertad de organizarme en libertad y desarrollar mis proyectos personales.
No quería montar un negocio a partir de mi idea o proyecto personal: eso sería un poco poner el caballo delante del carro.
Mi plan era más modesto: simplemente quería seguir trabajando en lo mío (desarrollo web y diseño gráfico), y reservar unos espacios para sacar adelante mis Side Projects porque es lo que me gusta. Nada más (y nada menos).
Sería fantástico conseguir un nuevo rumbo profesional y ganar dinero con eso, pero es un planteamiento que sólo se puede hacer en un segundo momento, y no es la razón principal, por lo menos para mí.
Pasé 7 años como freelance, pero mi sueño nunca se transformó en realidad.
Al principio parecía que la razón era la falta de tiempo: el tiempo apenas era suficiente para llevar a cabo el trabajo diario.
Hasta que tuve 6 meses seguidos con poco trabajo, y tampoco conseguí nada. Entonces me di cuenta de que la falta de tiempo era más una excusa que una razón.
Ojo, no desperdicié el tiempo: me dediqué a formarme en temas de marketing online en Quondos, desarrollé un proyecto para dar un enfoque diferente a mi camino profesional, menos todoterreno y más especializado.
Para eso, pasé semanas haciendo estudios, escribiendo textos, compré un dominio, diseñé y monté una web completa… y luego abandoné el proyecto.
Era un plan muy razonable y concreto, que quizás podría haber funcionado, pero estaba más alineado con el rumbo que había tomado mi vida profesional por su cuenta que con mis intereses e inclinaciones.
Walk The Talk
Es verdad que sí hice un tímido intento para montar un proyecto personal: pasé un mes escribiendo y puliendo un pequeño y sencillo guión para un cuento interactivo para iPad, e hice un boceto de storyboard, pero tuve que abortar el proyecto cuando la persona con la que tenía que hacerlo manifestó tener otras prioridades.
En ese verano de 2014 fue cuando me di de bruces con la realidad, y me dí cuenta de que los problemas de tiempo son problemas de prioridades, y que a la hora de la verdad, yo parecía conformarme con soñar.
Y creo – consuelo de tontos, lo sé – que no soy el único, sino que estoy en buena compañía.
A lo largo de estos años he conocido a muchos amigos y compañeros de profesión diciendo cosas como [mencionando algo chulo que acaban de ver en internet]: “uno de estos días me marco unas ilustraciones/animación/libro/cómic/… como esto!” para luego no hacer nada…
La verdad es que muchos nos conformamos con eso: es más simple, no requiere esfuerzo y regala buenas sensaciones: en nuestros sueños siempre tenemos éxito, y la descarga de endorfinas es la misma que si lo hubiéramos logrado de verdad.
No tenemos que enfrentarnos al miedo de no estar a la altura de nuestros sueños y expectativas.
Desde entonces he dados pasitos de bebé, mucho más cortos de lo que me gustaría, pero por lo menos algo he hecho.
Porque me he dado cuenta de que llegas a un punto donde es mejor dejar de soñar: te hace más daño.
Llega un punto, y quizás también una edad, donde tienes que decidir si renunciar y conformarte, o empezar a ponerte en marcha de verdad.
Años de ideas abortadas y planes muertos antes de nacer me han enseñado que es mejor no tener ideas a tenerlas y no hacer nada al respecto.
Así que decidí ponerme en marcha.
Es mejor morir en la lucha que en la cobardía
En mi caso, el trabajo de freelance con sus múltiples facetas parecía ser más obstáculo que oportunidad para acercarme a mi objetivo, que de momento tampoco parece excesivamente ambicioso: poner en marcha mis Side Projects.
¿Freelance, trabajador por cuenta ajena, o en el Paro?
Pasé ese verano reflexionando, y llegué a la conclusión que mis opciones eran 3:
- seguir de freelance, intentando corregir el rumbo y aprovechar las ventajas
- buscar un trabajo en nómina, como empleado por cuenta ajena
- ir al paro
Podría resumir mi experiencia laboral hasta la fecha aproximadamente así:
1 año como empleado en una empresa
3 años como trabajador autónomo
5 años como empleado en diferentes empresas
7 años como trabajador autónomo
1. Ventajas y desventajas de trabajar como Freelance
Al principio elegí la primera opción, seguir siendo Freelance, por las siguientes ventajas:
- trabajo desde casa. No hay desplazamientos, ni gastos en transporte y comida = Calidad de Vida
- en teoría, puedo trabajar en lo que quiero, elegir a mis clientes, y ser mi propio jefe ?
- puedo pasar más tiempo con mis hijos, irme de vacaciones (no pagadas) cuando me apetezca sin pedir permiso a nadie
- puedo decidir libremente cómo organizar mi día a día: actividad física, meditación, salir a dar un paseo para darle vuelta a una idea relacionada con trabajo (el mundo del trabajo tradicional sigue siendo tan casposo y retrasado que no quiere entender lo formidable que sería eso para la productividad, la creatividad y el bienestar de los empleados)
En el otro lado de la balanza están los lados negativos:
- por bueno que seas en tu trabajo, si eres freelance tienes que ser muy bueno también en otras tareas, ya que te toca:
- buscar clientes
- saber clasificar los potenciales clientes para saber si te merece la pena aceptar el trabajo
- preparar propuestas y presupuestos
- mantener la relación directa con el cliente
- ser muy muy bueno en gestionar cada proyecto: cronograma, proceso de trabajo, etc
- gestionar la parte administrativa: facturas, modulistica para Hacienda, etc
- existe el riesgo real de que tu vida sea sólo trabajo, ya que tu oficina es tu casa. Si no te controlas, puedes trabajar de lunes a domingo y de sol a sol. Pero además, aunque no te ocurra, estás viviendo tu vida personal en tu lugar de trabajo, y a la larga eso te puede afectar mentalmente, ya que aunque no estés trabajando, tu cabeza seguirá sin salir de ese planeta. Por eso es muy recomendable trabajar en un espacio separado
- en lugar de ser tu propio jefe, tienes decenas de jefes: todos tus clientes. Si no te posicionas en el mercado de la forma correcta, tu cliente te considerará como un empleado y te tratará como tal. Y en el 90% de los casos, no será suya la culpa de eso
- las vacaciones no sólo no están pagadas, sino que ni son vacaciones: casi siempre me he llevado trabajo para hacer – un freelance desorganizado nunca puede parar de trabajar
- Si, como yo, quieres ser freelance para dedicarte a lo que te gusta, y montarte tus historias y pasártelo mejor que un niño, puede ser un poco frustrante encontrarte al cabo de unos cuantos años trabajando en el sueño de otros, que no tienen nada que ver con el tuyo.
Si fallas en uno solo de esos aspectos, puedes tener problemas serios: en el mejor de los casos terminarás por quemarte y sentirte permanentemente agobiado, en el peor tu negocio no será rentable, con las posibles consecuencias de eso.
Yo me quedé en el medio: quemado, agobiado, con un negocio rentable pero una rentabilidad tan baja (en ingresos y calidad de vida) que, sinceramente, no me merece la pena.
Hace más o menos un año publiqué en el blog de Laura López la Invectiva del Freelance. La volvería a escribir tal cual. Pero al mismo tiempo, tiro la toalla. Y cambio de rumbo (aunque es posible que sea algo temporal).
Yo me considero bueno en mi trabajo, pero fallaba en más de uno de los otros aspectos. Me dí un plazo para arreglarlo, lo intenté pero no lo conseguí de forma satisfactoria, así que tengo que pasar al plan B.
Aquí te dejo un vídeo que compara trabajo freelance con trabajo por cuenta ajena, aunque al parecer el autor sólo tiene experiencias de trabajo como empleado. Por eso, hace una comparación un poco sesgada en favor del trabajo en plantilla:
Freelance vs Empleado: qué es mejor?
Si estás pensando hacerte freeelance, uno de los mejores consejos que te puedo dar es el siguiente: mentalízate muy bien de que ese trabajo que te gusta hacer será solo una parte de tu actividad profesional, y que tendrás que dominar muy bien TODOS los demás aspectos. O delegar todo lo que puedas:
- contratar una gestoría para la parte administrativa
- contratar a un comercial que te busque los clientes. No es lo más usual, pero se puede hacer (y se llevan un porcentaje, como es justo que sea)
- externalizar las tareas que menos controlas o que menos te gustan
Eso significa por supuesto que tendrás que compartir tu “hard earned money”, así que tendrás que pensarlo bien y hacer cálculos. Y, si estás empezando, puede que sea complicado.
Pero desde luego, si no has vivido este reto profesional y tienes ganas, te animo a que te lanzes a la aventura de ser freelance. A pesar de mi decisión, no me arrepiento en absoluto, todo lo contrario, hasta creo que debería ser un paso obligatorio, ya que ser freelance es una experiencia formativa como pocas otras.
Ahora, además, puedes contar con la ayuda de una profesional como Laura López, que se dedica con buenos resultados a aconsejar y formar a freelance tanto aspirantes como curtidos para multiplicar sus posibilidades de éxito.
2. Trabajo por cuenta ajena
La segunda opción pasa por entrar a trabajar por cuenta ajena, en una empresa.
Aquí ventajas y desventajas son más conocidas (un ejemplo en el vídeo de arriba).
Ventajas:
- Un sueldo fijo todos los meses
- vacaciones pagadas
- el estado te ampara más
- en teoría, acabas tu trabajo y te olvidas de el hasta el día siguiente ?
- separación entre trabajo y vida personal
- sólo tienes que hacer tu trabajo, los aspectos que no controlas son competencia de otros
- tienes otra gente de carne y hueso con la que relacionarte y de la que aprender
Entre las desventajas:
- viajes de ida y vuelta al curro
- mayores gastos en transporte y comida
- si no soportas a tu jefe te jodes (o te buscas otro trabajo)
- tienes menos control sobre el resultado final de tu trabajo (pero también menos responsabilidad)
- si no te gusta tu trabajo, lo tienes más jodido que si eres freelance
3. El paro
La tercera opción sería quedarse en el paro.
Te recuerdo que estoy mirando estas 3 opciones desde una perspectiva específica: ¿cuál es la mejor opción para desarrollar un proyecto personal?
La opción “paro” enseguida presenta un problema: mucha presión, y una posible sacudida a tu autoestima.
Si estás en el paro, tu proyecto personal tendrá que estar enfocado a poner en marcha algo que te dé dinero, de lo contrario lo tienes complicado, a no ser que tengas muchos ahorros guardados ( si es así, por favor ponme un correo y cuéntame cómo lo has hecho o directamente compártelos conmigo…).
No puedes hacerlo por amor al arte, sino por necesidad de dinero.
La opción del paro puede ser muy tentadora: todo ese tiempo a tu disposición, mmmh…
Sin embargo, muchos coaches y emprendedores advierten que tengamos cuidado con esa tentación.
Para empezar, el tiempo siempre se va muy rápido. Te darás cuenta enseguida de ello, y paradójicamente puede ser más difícil ser productivo con mucho tiempo a disposición, de la misma forma que es más difícil ser creativos sin unos límites claramente marcados.
Cuando pienso en ello, siempre me acuerdo de la charla TED donde Stefan Stegmeister cuenta su espectacular teoría del año sabático: en lugar de esperar la jubilación – cuando puede ser demasiado tarde para aprovechar ese tiempo – Stefan se coge un año sabático cada 7 años, para dedicarlo en su totalidad a sus proyectos personales.
Resulta interesante ver como la primera vez,a pesar de su grande talento, terminó siendo un fracaso absoluto. No supo aprovechar todo ese tiempo por falta de límites y sistemas claros.
La vez siguiente, Stegmeister preparó un detallado calendario de actividades, y fue entonces cuando logró todo lo que se había propuesto: desarrolló tantos proyectos que le dieron ideas y oportunidades para los siguientes 7 años de trabajo, antes del sucesivo año sabático.
El sí terminó por conseguirlo. Pero Stefan Stegmeister no necesita buscarse un trabajo, y tiene su propio estudio donde volver al cabo del año.
En general, es mejor empezar un proyecto con las espaldas protegidas, unos ingresos cada mes y algo de ahorros en el banco, que lanzarse a lo loco.
There is power in a paycheck. When you are not worrying on how to pay the rent, you can focus your extra time strategically. (fuente)
Así que, volviendo a mi caso, descarté enseguida esta última opción. Además, no sé muy bien cómo funciona ahora el tema del paro para los freelance, ni lo he indagado. El paro no entra de momento entre mis planes.
Como comenté, no he logrado enderezar mi camino de freelance y las cosas buenas no han sido suficientes para que me quedara.
¿Cuál es la opción que me permite dedicarme a mi trabajo y dejar que otros se ocupen de las demás tareas donde no soy tan bueno? Pues un trabajo por cuenta ajena…
Para soltar una frase trillada y vacía, quiero “llegar a ser la mejor versión de mí mismo”, “pasar al siguiente nivel”, y no puedo hacerlo desde un trabajo que ya ha dado todo de sí. Quiero nuevos retos, y hacer un pequeño experimento.
Necesito tener la mente despejada para pensar en mis proyectos, y tener muchos frentes abiertos en proyectos ajenos me quita foco de lo que para mí es más importante.
Mi experimento. Saliendo de mi zona de confort.
El pasado mes de diciembre, ya decidido a trabajar en plantilla en alguna empresa, tomé por fin la decisión: había llegado el momento de enviar curriculum y hacer entrevistas. Después de tantos años, ni recordaba cómo se hacía…
Envié 1 currículum, y al primer intento ya me dieron el trabajo.
Un trabajo que además me lleva a pivotar mi actividad profesional a un campo que llevo 2 años estudiando a saco, en el que sí tengo experiencia, pero nunca he tenido la oportunidad de dedicarme totalmente, siguiendo un proyecto de principio a fin, y desde sus entrañas.
Estoy saliendo de mi zona de confort, pasando del diseño web al marketing online. Además en una ONG, que en un principio es más en línea con mi visión del mundo (ya tuve experiencias previas de trabajo en ese sector).
La verdad es que parece que he tenido suerte, y tengo delante mío un desafío profesional apasionante.
La oportunidad ha surgido antes de lo planeado – ya he empezado a trabajar – y aún me quedan trabajos en curso como freelance para 3 clientes, así que mi vida es al momento bastante complicada.
Además mi rutina ha cambiado de forma un poco radical: de trabajar en casa, paso a trabajar en otra ciudad, y pierdo 4 horas al día entre ir y volver.
Un tiempo que quiero aprovechar a tope – de hecho, este artículo lo he escrito en el autobús…
Como te digo, es un experimento, ya veremos cómo va.
No sólo cómo va el trabajo, sino cómo va el experimento: ¿conseguiré trabajar en mis proyectos, más de lo que pude como freelance?
Lo sabrás si me seguirás leyendo, ya que pienso mantenerte al tanto de los acontecimientos.
Qué te han parecidos mis pro y contra de las 3 opciones?
¿Crees que me he dejado algo en el tintero? ¿He pasado por alto alguna ventaja o desventaja?
Ayúdame a alargar estas listas: si se te ocurre algo más, házmelo saber en los comentarios.
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