Acabo de recibir un correo de mi yo pasado.
Al parecer, en enero del año pasado se me ocurrió escribirme un correo a través de una web que me lo enviaría de forma automatizada el 1 de enero 2021.
Así ha sido: lo he recibido esta mañana.
Ni me acordaba de ello. Creo que me olvidé pocos días después de haberlo hecho.
En ese correo, me pregunto a mi mismo si he logrado lo que me proponía para ese año 2020.
7 preguntas.
7 proyectos.
¿El balance?
No muy positivo, la verdad.
2 de 7.
A lo largo del año, decidí desechar 2 de esos proyectos. Otro decidí aparcarlo porque durante el confinamiento me dí cuenta de que no era algo que realmente quisiera hacer.
Entre esos 7 proyectos, había uno que tenía que cumplir sí o sí.
2020 acaba de terminar y sigo sin poder dar ese proyecto por terminado. Estoy mucho más cerca y en parte he tenido que pararlo por un tema logístico. Pero no quiero excusas.
El correo de mi yo pasado confirma algo sobre lo que llevo semanas reflexionando.
He pasado los últimos 5 años estudiando, formándome y experimentando en temas de productividad y gestión del tiempo.
Hasta he llegado a cristalizar todo lo aprendido en un método paso a paso que me parece muy bueno.
Sin embargo, hay algo más.
Uno de los objetivos del Club de la Lucha Creativa es descubrir por qué hay personas creativas que logran hacer realidad sus ideas y otros que solo se quedan soñando.
Hasta hace un año pensaba que la diferencia principal entre los dos grupos consistía en cómo gestionaban su tiempo y sus proyectos.
Por eso dediqué estos años a escalar la Montaña de la Productividad.
Y he llegado a la cima.
Y estoy contento de ello.
Sin embargo, desde la cima me he dado cuenta que detrás se esconde otra montaña aún más alta.
La principal diferencia entre quienes lo consiguen y quienes no lo consiguen no es la gestión del tiempo – aunque también es un factor fundamental.
Es la mentalidad.
Los “makers”, los “conseguidores”, avanzan a pesar del miedo.
Perfeccionismo
Síndrome del impostor
Miedo al fracaso
Miedo al éxito
Miedo de hacer el ridículo
¿Te suenan estos conceptos?
Todo eso se puede resumir en una sola palabra, que suena menos glamurosa que “síndrome del impostor”. Y escuece más:
MIEDO.
En todos esos casos, se trata sencillamente de miedo.
Esto de la mentalidad al final se puede resumir fácilmente: el valor de enfrentarse al Miedo y avanzar a pesar de ello.
Eso es lo que tienen las personas creativas que consiguen materializar sus proyectos.
Y eso es lo que yo, a día 1 de enero de 2021, no tengo.
No tengo el valor para enfrentarme a mis miedos y avanzar a pesar de ellos.
Hay quien nace con ese valor y quien recibe una transfusión de coraje a través de algún familiar o amigo.
A los otros no les queda otra opción que librar una lucha titánica contra sus miedos hasta dominarlos.
Deshacerse de ellos es imposible. El secreto no es deshacerse del miedo – probablemente es imposible – sino controlarlo y actuar a pesar de ello. Muchas veces, tener coraje quiere decir hacer las cosas con miedo.
Como ves, la teoría la conozco muy bien. La práctica, ya no tanto.
Adiós 2020, hola 2021.
Ha llegado el momento de librar mi lucha titánica contra mis propios miedos.
¿Lo conseguiré?
Mi yo futuro leerá la respuesta a esa pregunta en la carta que recibirá el 1 de enero de 2022. Acabo de volver a escribirla.
La lucha contra el miedo empieza en 3…2…1…
Deja una respuesta