Llevaba tiempo con la curiosidad de leer «Homo Ludens» de Johan Huizinga, un libro de 1938 que analiza – con seriedad – el tema del juego. Me interesaba porque juego y creatividad van de la mano. Quería ver qué podía contar de interesante alguien que estudió el tema en profundidad.
No ha sido una lectura fácil ya que es un libro bastante denso – se nota que es de otra época. Así que no lo he leído en su totalidad, me he centrado en buscar lo más interesante.
El esfuerzo ha merecido la pena, y he encontrado una perla.
Ésta es la sinopsis del libro que puedes encontrar en Kobo, donde compré el ebook:
“En esta evaluación clásica del juego que se ha convertido en una «lectura obligada» para los que se dedican al diseño de juegos, el filósofo holandés Johan Huizinga define el juego como la actividad central de las sociedades florecientes.
Al igual que la civilización, el juego requiere una estructura y unos participantes dispuestos a crear dentro de unos límites.
Empezando por Platón, Huizinga rastrea la contribución del Homo Ludens, o «el hombre jugador», a través de la época medieval, el Renacimiento y hasta nuestra civilización moderna.
Huizinga define el juego con un rico bagaje teórico, utilizando ejemplos transculturales de las humanidades, los negocios y la política.
Homo Ludens define el juego para las generaciones venideras”.
Seguro que te suena el término Homo Sapiens. Es un término que surgió en la Ilustración.
Huizinga cuenta que en la Ilustración se creó el término Homo Sapiens, y más adelante se acuñó la palabra (y el concepto) de Homo Faber: el maker.
Pues bien, según Huizinga, lo de Homo Ludens estaría al mismo nivel, por la importancia del juego para el ser humano.
Antes de centrarme en lo más interesante, te dejo mis anotaciones sobre el libro:
El juego según Huizinga
Su definición de Juego:
El juego es una actividad voluntaria temporal y autoconcluyente, que produce satisfacción por si misma. Si hay obligación detrás, solo será una imitación del juego. El juego no se puede imponer, nunca es una tarea, ni un deber moral o una necesidad física.
Es una actividad libre que se sitúa deliberadamente fuera de la vida ordinaria, y es algo “no serio”, aunque tiene la capacidad de absorber por completo al jugador. Es una actividad que no tiene un interés material y no se le puede sacar ninguna ganancia material.
Los 3 rasgos del Juego:
- el juego es libre. Es libertad
- el juego es algo distinto de la realidad
- el juego tiene límites de tiempo y espacio. Dentro de esos límites – un mundo temporal dentro del mundo ordinario – el juego contiene su propio desarrollo y su significado
Puntos salientes de «Homo Ludens»:
- El juego viene ANTES de la cultura
- Un elemento fundamental del juego es la capacidad de absorbernos que tiene, y ésta es una de las cualidades primordiales del juego
- El divertimiento del juego rehuye cualquier interpretación lógica
- El juego no puede tener su raíz en la racionalidad porque si fuera así, sería algo exclusivo de la especie humana, y no es así: los animales también juegan
- El juego permea todas las actividades arquetípicas de la sociedad humana
- El juego es una de las bases de la civilización
- El juego no tiene un valor moral: los conceptos de vicio y virtud no aplican
- El juego es un complemento y una parte integral de la vida en general: amplifica la vida y ejerce una función tanto para el individuo como para la sociedad, expresando sus ideales comunes
- Un aspecto fundamental del juego es que crea orden. Es orden. Dentro del espacio de juego reina un orden especial: el juego aporta una perfección limitada y temporal en la confusión de la vida y en la imperfección del mundo
- La estrecha similitud entre juego y orden probablemente sea la razón última por la cual jugamos
- En el juego ocupa un papel importante la tensión: hay elementos de incertidumbre y de azar. Acabar con éxito el juego pone fin a esa tensión (catarsis). Aunque el juego va más allá de lo bueno y lo malo, la tensión introduce un valor ético: el jugador tiene que usar su valor y sus capacidades para ganar, sin salirse de las reglas
- Todos los juegos tienen reglas. La persona que hace trampa, implícitamente reconoce las reglas. El que decide ignorar las reglas sacude el mundo del juego, revela la fragilidad de ese mundo y le quita la dimensión de ilusión («ilusión» viene de in-ludere, «dejar entrar en el juego»). Para la estabilidad del juego, es más perjudicial la persona que pone en entredicho las reglas que la persona que hace trampa. Los innovadores y los revolucionarios suelen ser personas que ponen en entredicho las reglas del juego y en cuyo hacer hay elementos de juego.
Juego y ritos sagrados
Hay una relación estrecha entre juego y ritos sagrados: ambos son “representación de algo” y crean una dimensión temporal fuera del mundo ordinario.
Probablemente el hombre prehistórico jugaba al principio como juegan los animales. Con el tiempo, la experiencia de la naturaleza produjo a un cambio significativo: ese estado de maravilla y estupor llevó el hombre a un nivel de conciencia mayor que hizo que sintiera la necesidad de representar esas emociones. Eso lo llevó a la experiencia estética.
La experiencia estética a su vez lo condujo a la experiencia mística, la cual hizo que eso representara todo ese nuevo sentir en juegos rituales. El objetivo espiritual de esos juegos rituales era expresar que el hombre tiene su lugar dentro de un orden sagrado (el orden de la vida y la naturaleza) y el objetivo práctico era el de mantener ese orden: que siguiera lloviendo, que siguiera habiendo comida, cosechas,…
Probablemente en las primeras religiones había un elemento de “make-believe”, una mezcla entre creérselo y saber que todo aquello era un invento, exactamente cómo pasa en el juego.
Todos sabemos que a un cierto punto las cosas se torcieron y tomaron otro camino, cuando un grupo pequeño empezó a utilizar esas creencias compartidas como una herramienta de poder. Huizinga comenta que «el origen de cualquier acto sagrado sólo puede residir en la credulidad de todos, y el mantenimiento espurio del mismo en interés de un grupo especial sólo puede ser la fase final de una larga línea de desarrollo«.
Todavía hoy, existe en nosotros una conexión entre juego y ritual. Huizinga pone un ejemplo del juego-ritual que muchos hacíamos de niños – y también de adultos. Es una práctica que aparece también en una obra de Tolstoy. Un juez antes de entrar en el aula piensa: “si consigo llegar a mi asiento haciendo un número par de pasos, no tendré dolor de estómago en todo el día”.
Algo que hemos hecho todos ¿no? (O igual soy sólo yo el raro…)
El Juego en el Arte.
Música
En la antigua Grecia la música era considerada “paideia”, educación, porque era algo que, a pesar de no tener utilidad práctica tenía un valor en sí mismo ya que tenía un valor ético por su capacidad de “mimesis” por su poder de transmitir sentimientos determinados.
Según Platón la creatividad es juego y la mimesis es la actitud mental del artista, que es un imitador.
Danza
La danza es una forma peculiar y especialmente perfecta de juego.
Artes plásticas
Donde la conexión con el juego es menos obvia es en el caso de las artes plásticas. El juego está en la performance, y en el caso de las artes plásticas la “performance” ocurre durante la realización de la obra, no cuando el público disfruta de ella: “where there is no visible action there can be no play”. Si no hay acción, no hay juego.
En el caso de las artes plásticas, la dimensión del juego llega cuando hay competición en la creación artística – algo que era muy común en la Grecia antigua.
Por qué «Homo Ludens» es un libro importante
Además de por las reflexiones que acabo de resumir, claro.
Justo en el último capítulo, encontré la perla que había estado buscando.
El autor se pregunta hasta qué punto la civilización actual sigue desarrollándose en forma de juego.
Aunque el libro es de 1938, sus conclusiones siguen sorprendentemente vigentes.
El fútbol ya no es un juego.
Huizinga empieza hablando de deporte, comentando que con la sistematización del deporte, algo de las cualidades del juego puro se ha perdido. Eso se vería claramente en la división entre amateurs y profesionales.
El espíritu del deportista profesional ya no es el del juego, ha perdido espontaneidad y despreocupación. Pero la división ha afectado también a los amateurs, que sufren de un complejo de inferioridad.
En las sociedades arcaicas el juego siempre tuvo algo de ritual y de sagrado. Eso ahora se ha roto y el deporte se ha vuelto totalmente profano, además de haber perdido la conexión orgánica con la estructura de la sociedad.
El deporte ha adquirido una seriedad incompatible con el verdadero espíritu del juego.
Para que sea juego de verdad, hay que jugar como un niño.
Huizinga sigue razonando, y su conclusión me parece sorprendente. Por lo acertada que es.
When Business Becomes Play
Si el deporte ha perdido el elemento de juego y se ha vuelto un negocio, los negocios se han vuelto juego. Son el nuevo deporte.
Por eso Elon Musk, Jeff Bezos y Maval Ravikant levantan pasiones: son jugadores de elite. Y creo que en su forma de hacer negocio el espíritu de juego está presente de forma consciente. Que se lo pasan bien, vamos.
Y no sólo porque están ganando dinero. No es un caso que muchos empresarios ricos afirman que superado un umbral, más dinero no da más felicidad. (Al parecer, hay investigaciones que lo confirmarían.) Sin embargo, no paran de ir a por más.
Es el juego lo que les proporciona una sensación de plenitud. La motivación extrínseca – el dinero – mueve menos que la intrínseca – el juego.
Por esa razón pocos, aunque sean ricos, se retiran en una isla desierta tomando piñas coladas todo el día. Les apetece mucho más seguir jugando.
Un Caveat
En la sociedad contemporánea Huizinga veía más juego que antes, pero se trataría de falso juego (la gamificación quizá podría ser un ejemplo). Huizinga lo llama Puerilismo. El gregarismo sería una de sus manifestaciones.
Para que la civilización avance con estilo y dignidad, no podemos permitirnos dejar a un lado el juego, ya que la civilización presupone una limitación de la individualidad, la capacidad de no confundir las tendencias individuales con los objetivos últimos de más alto valor, que están delimitados por límites aceptados libremente.
Esto decía Huizinga hace casi un siglo. Y esta parte final de su libro casi me parece una profecía, ya que su lectura del mundo de su tiempo se aplica aún más al mundo actual.
Me parece muy interesante ver cómo el juego se ha desplazado a otros ámbitos, que a priori parecen alejados o hasta opuestos, como son los negocios.
Puede no ser intuitivo de ver, pero así es. No siempre, claro. No en todos los negocios ni en todas las personas que a esos se dedican.
Sin embargo, hay casos donde el emprendimiento es un juego y eso es lo que lo hace más interesante.
Un sector donde yo veo reflejado este cambio de paradigma es en la industria musical. Y quizá también, aunque en menor medida, en la industria editorial, con la figura del escritor-emprendedor.
En el pasado quien jugaba era el artista que creaba por amor al arte. Ahora mismo, en un mundo tan dominado por el dinero y tan escaso de tiempo, ese tipo de perfil poco tiene que jugar.
Los que realmente juegan son los que toman el trabajo creativo a la vez como diversión y como negocio.
En el mundo de la música me parece evidente: en la era de Spotify, los músicos que crean por amor al arte lo están pasando mal. Los que lo hacen como business (y por amor al arte también) se están divirtiendo. Y mucho. Han entendido que la vida es juego y están actuando en consecuencia.
A menudo en este sector no son los músicos propiamente dichos los que más juegan, sino los productores musicales.
Hace un par de días vi este vídeo de Jaime Altozano que me reafirma en mis ideas.
Espero poder dedicar un artículo sobre cuáles son las reglas del juego en el mundo de la música actual. Es un tema muy intrigante y conocer las reglas nos puede permitir participar ????
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