Piensa un instante en los clásicos propósitos de principio de año y compáralos con los resultados conseguidos a finales de cada año.
Lo que suele pasar es que nos decepcionamos por no haber conseguido aquello que nos habíamos propuesto.
El problema es que la mayoría de nosotros queremos abarcar mucho cada año, sin embargo solemos ser poco productivos en el día a día.
Sobreestimamos lo que podemos lograr en un día y subestimamos lo que podemos lograr en un año.
Se trata de un sesgo cognitivo que se llama Ley de Amara.
¿Cómo podemos salir de ese bucle?
La respuesta es aparentemente simple: usando como referencia un tiempo más largo de 1 día y más corto que 1 año.
La extensión de tiempo ideal, como voy a explicar a continuación, es de 3 meses.
Planificación trimestral: por qué hacerla
Al establecer una meta de 90 días, estás justo en la intersección entre sobreestimar y subestimar y puedes hacer predicciones más precisas sobre lo que puedes lograr.
Según un estudio, los vendedores que reciben su bonus a finales de año hacen más del 50% de sus ventas en el cuarto trimestre y suelen conseguir menos ventas que los vendedores recompensados trimestralmente. Estos últimos suelen conseguir ventas relativamente iguales a lo largo del año y realizan más ventas en total.
Hacer una revisión trimestral te permite aprender de los 90 días anteriores y hacer un plan realista para los siguientes 90 días que te ayude a acercarte a tus metas a largo plazo.
Los bloques de 90 días son un tiempo suficiente como para hacer progresos significativos sin dejar que tus dudas te bloqueen.
90 días es el 1% de 25 años de vida laboral, así que si te has equivocado, no pasa nada.
Es mejor perder 90 días avanzando en algo concreto que perder los mismos 90 días bloqueado por la indecisión y el miedo, o haciendo mil cosas sin avanzar en nada.
Una de las mejores razones para las cuales 3 meses es el tiempo ideal para ser más productivos es lo que acabo de comentar. Lo repito:
90 días es el 1% de 25 años: si avanzas en tu camino un 1% cada 90 días, en 25 años podrías cumplir tu visión más ambiciosa.
El uso de plazos definidos de tiempo crea una sensación de urgencia.
Cuando no lo hacemos y sólo nos ponemos metas anuales, las sentimos tan alejadas que pensamos tener mucho tiempo – y acabamos por fracasar en nuestros objetivos.
Sin embargo, trabajar con una planificación trimestral te permite tener el tiempo suficiente para lograr un avance significativo hacia tu objetivo, sin comprometerte para siempre: después de 90 días, podrás revisar lo que has hecho y decidir si seguir o cambiar de dirección.
Planificar a 25 años vista
La planificación trimestral es importante, pero es sólo una parte.
Antes de empezar con tu planificación trimestral, es recomendable que establezcas una planificación más ambiciosa a 25 años vista para enfocar tu visión a largo plazo y marcarte una meta motivadora.
Luego podrás trabajar hacia atrás para averiguar cómo llegar hasta allí.
Planificar hacia atrás es más fácil.
Si comienzas directamente planificando a 90 días, tus metas serán menos ambiciosas y poco motivadoras.
El objetivo de planificar a 25 años vista es obtener la motivación suficiente para seguir adelante cuando las cosas se vayan a poner difíciles – y lo harán.
25 años es mucho tiempo, así que tienes que pensar en términos ambiciosos, sin filtros.
Si tu objetivo no es lo suficientemente ambicioso y motivador, correrás más el riesgo de abandonar.
No tienes que ser demasiado modesto, o vas a tener problemas: la vida y la realidad ya se encargarán de redimensionar tus planes, así que si empiezas con algo pequeño, casi seguramente terminarás con algo tan diminuto que no tendrá ningún valor.
Es recomendable planificar todas las esferas de tu vida, no sólo tu actividad profesional, para no correr el riesgo de acabar con un conflicto entre trabajo y vida personal.
Una visión a 25 años vista te hace más productivo por qué conecta el trabajo que estás haciendo hoy con una meta inspiradora y más significativa.
Si planificar tu vida de aquí a 25 años te parece abrumador, quizá te puede ayudar hacer el ejercicio de descubrir tu Ikigai – otro paso que está incluido dentro de mi planificador.
Sin embargo, no puedes usar una planificación a 25 años vista para decidir qué tienes que hacer en el día a día.
Es por eso que una vez que tengas tu visión de aquí a 25 años, tendrás que establecer una meta a 90 días hacia la cual empezar a trabajar: esta meta será el faro que iluminará tu camino.
La ayuda de un faro para elegir tu camino
Al centro de tu planificación trimestral debes tener un faro que marque tu dirección para reducir la procrastinación y hacer exclusivamente aquello que te acerca a tu objetivo, dejando a un lado todo el resto.
El faro convierte la toma de decisiones en algo fácil y te ayuda a conectar tus acciones semanales y diarias con tu visión a largo plazo.
Cuando tengas que decidir si hacer algo o no, simplemente te tendrás que preguntar: ¿me acerca esto a mi meta a 3 meses vista? ¿Me acerca a mi meta a 25 años vista?
Si la respuesta que te das es negativa, no lo harás, si es positiva lo incorporarás a tu planificación.
Combinando una visión a 25 años vista con un faro a 3 meses vista, obtendrás lo mejor de ambos mundos: un futuro motivador y ambicioso y un objetivo claro, viable y cercano en el que concentrarte.
Evitarás el riesgo de tener una meta que es demasiado pequeña para ser motivadora y demasiado grande para tomar acción inmediata.
Cómo aplicar una planificación trimestral en la práctica
No solo cada trimestre, sino también cada semana tendrás que revisar tu visión a 25 años para mantener una coherencia entre objetivos a corto y a largo plazo y asegurarte que estás avanzando en la dirección correcta.
Cada mes te plantearás qué acciones clave puedes hacer en los siguientes 30 días para progresar hacia tu meta a 90 días vista.
Cada semana te plantearás qué acciones clave puedes hacer para progresar hacia tu meta mensual.
Y finalmente cada día te plantearás qué puedes hacer para progresar hacia tu meta semanal.
¿Cómo se hace todo lo que acabo de contar?
Pues poniendo todo negro sobre blanco en papel, para poder tenerlo siempre a la vista.
Crear sobre papel una estructura con todo lo que tienes que tener en cuenta para planificar correctamente lleva tiempo y fuerza de voluntad, con lo cual la mejor forma de hacerlo es utilizando una estructura preparada de antemano, para evitar perder tiempo y ahorrar energía y fuerza de voluntad.
A mí me ha costado meses de trabajo, sin calcular el tiempo y dinero invertidos en cursos de productividad.
He invertido tiempo para poderlo ahorrar después.
«Dame 6 horas para cortar un árbol y pasaré las primeras 4 afilando el hacha»
– Abraham Lincoln
Gracias a eso, he creado mi propio planificador. Si quieres, también lo puedes utilizar, así no tendrás que perder tiempo y podrás simplemente rellenar sus páginas una detrás de otra. Estarás listo/a para pasar a la acción en poco tiempo y sin gastar fuerza de voluntad.
Juan Pablo dice
Hola, soy Juan, estudio medicina y me he puesto a leer tu entrada, bueno, de hecho ya varias en tu blog, como p.ej. Ikigai, BoJo, y, Freedom Journal. Te felicito por el blog tan didáctico y útil. Escribo el comentario porque veo que tienes el link caído o algo así, de tu plantilla y de poder afiliarse como miembro, no se si tiene que ver con que sea de Colombia.
luca dice
Hola Juan Pablo!
Muchísimas gracias por tu aviso. Nada que ver con Colombia, ha habido un cambio en la herramienta que utilizo y había que hacer unas modificaciones. Así que muchas gracias, me has sido de ayuda en cazar el fallo, yo ni me había enterado…
Ahora debería funcionar correctamente.
¡Un saludo!
Luca