Cuando ví el vídeo de Ken Robinson y leí su libro «El Elemento», me gustaron mucho sus reflexiones.
Me siguen pareciendo interesantes, sin embargo con el tiempo me di cuenta de que algunas personas no nos identificamos con ningún Elemento. Nos gustan demasiadas cosas.
Descubrí entonces el concepto de «multipotencial». También me pareció muy interesante y me reconocí en ello.
Sin embargo, con el tiempo, empecé a verle las costuras también a ese concepto, a pesar de que me sigue pareciendo válido e interesante. Sólo, hay algunas cosas que me chirrían.
Así que seguí en la búsqueda.
Y es así como descubrí otro concepto que – no sé si para bien para mal – está un poco de moda.
Resulta que los japoneses tienen una palabra específica para definir lo que da sentido a la vida.
Esta palabra es Ikigai, que se puede traducir con «propósito vital».
El ikigai es tu razón de ser, lo que hace que te levantes cada mañana con ilusión.
La palabra se compone uniendo iki, que significa «vida» o «estar vivo», y gai, que significa «lo que vale la pena y tiene valor». Traducido literalmente sería «aquello por lo que vale la pena vivir». También se podría traducir como «la felicidad de estar siempre ocupado».
Las personas con mucho ikigai poseen una vida plena y saben por qué y para qué se levantan por las mañanas. Según algunos estudios gozarían de una mayor esperanza de vida comparado con las que tienen poco ikigai.
Según los japoneses, todo el mundo alberga en su interior un ikigai, o incluso varios. Encontrar el ikigai puede ser difícil, ya que más o menos se trata de encontrar cuál es el sentido de tu vida, algo que requiere introspección y una búsqueda personal que puede requerir años.
No es algo filosófico, sino una forma práctica de análisis, que puedes aplicar a tu vida personal y profesional.
La representación gráfica del Ikigai son 4 círculos con intersecciones entre sí, en los que hay 4 pilares fundamentales, 4 intersecciones de 2, otras 4 intersecciones de 3 y una en el que todos se encuentran, el llamado punto «ikigai»:
4 círculos del Ikigai:
- lo que te apasiona (no tiene que ser monetizable, ni algo que se te dé bien). Es lo que quieres hacer, y puede no ser el mismo a lo largo del tiempo
- lo que se te da bien. Si quieres ser bueno en algo, tienes que hacerlo mucho (enfoque)
- lo que te podrían pagar por hacer. El mercado está cambiando constantemente y puede ser oportuno aprovechar las oportunidades
- lo que el mundo necesita
Lo realmente interesante de este modelo son las intersecciones:
- lo que te apasiona + lo que se te da bien: tu misión
- lo que el mundo necesita + lo que te podrían pagar por hacer: tu profesión
- lo que te podrían pagar por hacer + lo que se te da bien: tu vocación
- lo que se te da bien + lo que te apasiona: tu pasión.
En el Ikigai se suele indicar la intersección 2 como vocación, y la 3 como profesión. Yo lo he modificado porque comparto la opinión de Joan Boluda: tiene más sentido invirtiendo el orden. Aunque haya algo que te podrían pagarte por hacer y el mundo lo necesite, no quiere decir que eso sea tu vocación. Sin embargo, si además de ser algo por el que haya mercado dispuesto a pagar, es algo que se te da bien, sí podría ser tu vocación. La vocación, o llamada, es algo que surge desde el interior.
A su vez una profesión suele tener que ver con solucionar unos problemas reales de un público específico: no se trata desde luego de todo el mundo, pero sí de una parte.
Hay otras intersecciones cuando 3 de los círculos se solapan:
- lo que te apasiona, se te da bien, y el mundo lo necesita (no hay dinero, nadie está dispuesto a pagar por ello)
- lo que te apasiona, el mundo lo necesita, y te pagarían por ello. Aparentemente está muy bien, sin embargo no es perfecto, ya que no eres bueno en ello, con lo cual tendrás incertidumbre y síndrome del impostor.
- lo que el mundo necesita, se paga, y eres bueno en ello. No te gusta, con lo cual te vas a sentir vacío.
- algo que se paga, eres bueno en ello, y te gusta. No aportas valor al mundo, así que tendrás una sensación de inutilidad.
Hay similitudes entre el Ikigai y el Elemento del que habla Ken Robinson, aunque quizás este último se centre más en el cruce entre lo que te gusta y lo que se te da bien, mientras que el Ikigai enfatiza otros aspectos esenciales y puede ser más trascendental.
El ikigai es el punto de las 4 intersecciones, la cuadratura del círculo: algo que te gusta, en lo que eres bueno, el mundo lo necesita y además te pagarían por ello.
Aquí, todas las piezas encajan: has encontrado tu razón de ser.
He introducido el ikigai en mi planificador con la intención que el objetivo a 3 meses vista (el tiempo que cubre el planificador) mantenga una alineación vertical con la visión a largo plazo.
De esa forma es posible trazar una línea directa desde lo que estás haciendo en cada momento hasta el objetivo ambicioso a largo plazo, lo cual resulta muy motivador.
El Ikigai no tiene que ser el mismo durante toda tu vida, sino que puede variar a lo largo de los años.
Los círculos del Ikigai están en constante movimiento y es aconsejable una reevaluación casi continua.
Dicho lo cual, tampoco puedes quedarte bloqueado pensando en eso: para sacar conclusiones necesitas hacer un trabajo enfocado por un largo período de tiempo, de lo contrario nunca conseguirás aportar algo de valor.
Recuerda que la claridad surge de la acción más que de la reflexión.
Por esa razón, cada 90 días (trimestralmente), es recomendable reflexionar sobre lo que quieres (tu visión a largo plazo), lo que la gente está dispuesta a pagar (el mercado) y en lo que eres bueno (tus fortalezas). Así podrás fijarte una única meta específica y medible para lograr tu objetivo.
«Vender muchos libros» no es una meta específica: «vender 5.000 copias de mi libro» sí (que sea una meta realista es otra cosa…).
Así podrás valorar cada oportunidad que se te presente respondiendo a la pregunta «¿esto me acerca o me aleja a la venta de 5.000 ejemplares de mi libro?» De esta forma, es más fácil mantenerse en el carril correcto.
También te permite priorizar tus acciones sobre la base del valor que te pueden aportar para acercarte a tu objetivo.
Cada 90 días, revaluarás tu visión a 25 años para acercarte a tu ikigai.
Harás una hipótesis de lo que puedes hacer en los siguientes 90 días, para avanzar hacia esa meta.
Cada mes dentro del ciclo de 90 días, escogerás tus acciones prioritarias, que serán las que más probabilidades te ofrecen de acercarte a tu meta trimestral.
Cada semana, escogerás las iniciativas prioritarias para alcanzar la meta de ese mes.
Cada día, escogerás la acción prioritaria para la semana. Todo esto, siempre con tu Ikigai enfrente tuyo.
¿Qué ocurre si no tengo claro cuál es mi Ikigai?
Si no lo tienes claro, imagino que por lo menos tendrás algunas hipótesis.
Para ese caso también está pensada la planificación trimestral: el planificador te va a ayudar a poner en marcha una de tus hipótesis y llevarla a cabo.
Sólo la acción te dirá si estás en el camino correcto.
Si al cabo de 3 meses descubres que has acertado, fenomenal. De lo contrario, solo habrás invertido 90 días de tu vida, lo que equivale al 1% de 25 años. Además, lo habrás intentado y seguro que te habrás llevado un buen aprendizaje.
Como mínimo, sabrás por dónde no ir, y podrás tachar algo de tu lista.
El camino hacia tu Ikigai. ¿cómo se procede en la práctica?
¿Es realistíco pensar que tu objetivo sea ser escritor si no has intentado escribir un libro?
¿Puede tu Ikigai ser lo de vivir de la música si no tocas ni cantas?
La claridad mental no pasa (sólo) por la reflexión: es la acción la que te dará la iluminación.
Por eso, un camino modesto pero eficiente hacia tu Ikigai pasa por hacer experimentos, marcarte objetivos trimestrales para validad posibles rutas alternativas.
O, si ya tienes claro tu ikigai, para asegurarte que sigues por el camino correcto.
¿Cómo elegir el objetivo correcto?
Tu Objetivo debe de ser Específico, Medible, Alcanzable, Relevante para tí, y Acotado en un tiempo determinado.
Este tipo de objetivo se llama “Objetivo Inteligente”, por sus siglas en inglés (S.M.A.R.T. Goal: Specific, Measurable, Attainable, Relevant, Time bound).
Si tienes mi planificador, en ese caso el tiempo lo marca ya la herramienta: 90 días.
Además, tienes que asegurarte de que tu objetivo:
- sea algo que puedas alcanzar en ese tiempo acotado y no sea demasiado ambicioso (o demasiado poco)
- tenga unos parámetros claros para medir si lo has conseguido: ¿cuál será el resultado de haber alcanzado tu objetivo?
- sea algo relevante para tí, alineado con tus prioridades y deseos. Tiene que existir una razón para embarcarse en ese proyecto. ¿Cuál es la tuya? ¿Porqué lo quieres hacer? ¿Porqué este objetivo y no otro?
Si tu proyecto es un Side Project y no es una idea de negocio paralela a tu actividad principal (Business on the Side), puede ser complicado establecer cómo medir el resultado final.
En el caso de un negocio, en un principio es más fácil:
Ejemplo de objetivo (Business on the Side):
En los próximos 90 días (tiempo determinado) quiero escribir/ dibujar un cuento ilustrado para niños de 32 páginas (específico, alcanzable) porque quiero dejar mi trabajo actual y empezar a trabajar como ilustrador/a (relevante). Mi proyecto será un éxito si habré conseguido vender 100 copias (medible).
En el caso de un proyecto que no tenga un objetivo económico directo – aunque sueñes que en un futuro así sea – la vara de medir tu éxito será un factor menos concreto, y más subjetivo. En términos generales, suele será medible si contesta a la pregunta: «¿lograr este objetivo me acerca a mi meta? ¿Me va a transformar aunque sea un poco en la persona que necesito ser para conseguir lo que quiero?»
En este sentido, es posible que la relevancia sea la vara de medir, y que sólo tu puedas saber si lo has conseguido.
Ejemplo de objetivo (Side Project):
En los próximos 90 días (tiempo determinado) quiero escribir/ dibujar un cuento para niños (específico y alcanzable) porque quiero probarme a mi mismo que doy la talla como ilustrador. Mi proyecto será para mí un éxito si mi cuento tiene un nivel parecido al de un profesional del sector (relevante y medible, aunque de forma subjetiva).
El Ikigai está en la página 13 de mi planificador. Si quieres ver qué es y cómo funciona el Planificador Lucha Creativa, echa un ojo aquí.
Y si solo quieres descargarte el pdf con el diagrama de Venn del Ikigai, pincha aquí para descargarlo directamente.
Deja una respuesta