He tenido la ocasión de ver unos vídeos donde el escritor Alan Moore comparte unas reflexiones sobre el oficio de escritor – y de artista en general.
Hay algunas partes que me han parecido especialmente interesantes. Las comparto contigo aquí a continuación.
Alan Moore sobre voluntad y determinación
Para un escritor, la voluntad es el elemento más importante.
Me di cuenta de que la razón por la que procrastinaba era para evitar ser juzgado. [En mis comienzos] nunca terminaba los trabajos que empezaba, así que nunca tendría que enviarlos y que alguien los juzgara. Así nadie me los rechazaría, porque si los rechazaran, ni siquiera tendría el sueño de ser escritor.
Si no terminas tu trabajo y se lo das a alguien para que lo valore, simplemente nunca se publicará. Te estás engañando a ti mismo».
Nadie te va a ayudar a convertirte en escritor. Pero tampoco nadie va a impedir que te conviertas en escritor. Todo depende de tí. Debes responsabilizarte de ti mismo y de tus propios actos».
Es interesante la narración inicial, con el recorrido de una idea dejada a media a otra idea nueva (y así en bucle). Es lo mismo que contaba otra artista en un vídeo que puse en este otro post: «El Valor de las Ideas».
Traducción completa:
Ahora bien, para un escritor, la voluntad es el elemento más importante, porque si no tienes voluntad, puedes tener las mejores ideas del mundo, puedes tener una idea maravillosa para una novela y llegarás quizás a dos capítulos, antes de tener una idea aún mejor para otra historia… así que abandonas la novela… quizás vuelvas a ella, quizás no, pero pasas a tu siguiente gran idea… quizás llegues a un capítulo en ella…
Es muy fácil que, sin la aplicación de la voluntad, acabes después de 30 años como escritor sin tener más que una pila de manuscritos sin terminar que nunca has acabado.
Lo importante de la voluntad es que, si la concentras en tu imaginación, puedes llevar las cosas a la materialización, donde existen en el mundo real, donde el resto de nosotros existe y donde el resto de nosotros puede leerlas.
Ahora es obviamente mucho más fácil decir: «entra en contacto con tu voluntad» que hacerlo realmente. No es una de esas cosas que nos enseñan a hacer.
Solo puedo contar mi propia experiencia: cuando se me prohibieron las vías normales de educación, a la edad de unos 17 años, empecé a darme cuenta de que estaba en desventaja y que si quería tener alguna vez la carrera con la que soñaba como escritor y persona creativa que pudiera mantenerse a sí misma, entonces iba a tener que hacer un intento en algún momento.
Y lo hice.
Fue alrededor de los 24-25 años cuando decidí que iba a dejar el trabajo y vivir de la – entonces inexistente – misericordia del sistema de prestaciones d eempleo hasta que pudiera establecerme como escritor.
Y entonces me senté a hacer muy, muy poco durante la mayor parte de un año.
Estaba planeando grandes proyectos que obviamente nunca iba a poder terminar.
Y llegó un punto en el que pensé: «¿Por qué estás haciendo esto?» «¿Por qué estás empezando estas increíbles sagas épicas que vas a tener que dibujar y escribir?»
«Y sin embargo llevas seis meses haciéndolas y sólo tienes una página completa, otra página que tiene un lío de lápices y un poco de tinta. Eso es lo que tienes, dos páginas».
Y pensé: «¿Por qué hago esto?»
Y me di cuenta de que la razón por la que lo estaba haciendo era para que nunca tuviera que ser juzgado. Nunca iba a completar estas cosas, así que nunca tendría que enviarlas y que alguien las juzgara. Nunca las rechazarían, porque si las rechazaran, ni siquiera tendría el sueño de ser escritor, ni siquiera podría pensar: «Bueno, podría haber sido escritor». Aparte de mi educación en la clase trabajadora o las circunstancias de mi vida o mi experiencia en la escuela», habría alguna excusa…
De lo que me di cuenta fue de que hacía eso para evitar ser juzgado y también para matar cualquier intento real de ser escritor.
Si no terminas tu trabajo y se lo das a alguien para que lo valore, simplemente nunca se publicará.
Te estás engañando a ti mismo.
Me di cuenta de que nadie iba a ayudarme a ser escritor. Pero tampoco nadie iba a intentar evitar que me convirtiera en escritor.
Todo dependía de mí.
Tenía que responsabilizarme de mí mismo y de mis propios actos y luego ver qué pasaba.
Curiosamente, en cuanto tomé esa decisión pensé: «Bien, ¿por qué no echo un vistazo y veo qué periódicos publican tiras cómicas? ¿Qué periódicos podrían estar buscando una nueva tira cómica?» Envié un par de episodios de muestra al periódico musical de entonces, llamado «Sounds», y por suerte recibí un telegrama como respuesta -en aquella época no teníamos teléfono- diciéndome que les gustaría empezar a publicar el guión.
Este fue mi primer trabajo profesional.
Esto me permitió construir el resto de mi carrera, simplemente por tomar esa decisión de tomar mi vida y mi responsabilidad en mis manos.
Yo diría que ese no es sólo el secreto de ser un buen escritor. Es el secreto de ser un ser humano responsable.
Alan Moore sobre procrastinación
Todo el mundo lo hace: tienes un trabajo que hacer que es realmente importante. Por un lado, esto te entusiasma, pero también te da un poco de miedo. Así que lo evitas.
Esto no tiene nada de malo. En realidad, este es el mayor problema en cualquier campo del arte: poner el culo en la silla. Si puedes hacer eso, el resto será pan comido.
Sólo tienes que saber lo que estás haciendo, saber que estás procrastinando y luego superarlo».
Traducción completa:
Malcolm McLaren me regaló un ejemplar del libro «On Screenwriting» de Syd Field.
Y es un consejo maravilloso para cualquier tipo de escritura, pero especialmente para la escritura de guiones.
Recuerdo que una de las lecciones más importantes en los primeros capítulos era decir que, vale, tienes que empezar tu primer guión.
Este es el día en que has decidido que vas a hacerlo. Te darás cuenta de que el espacio de tu oficina está un poco desordenado. A algunos de esos lápices no les vendría mal sacar punta. Tal vez empieces a ordenar el espacio porque eso te permitirá tener la mente ordenada – eso es lo que te cuentas a ti mismo – antes de empezar tu guión.
Y entonces te darás cuenta de que quizás te has quedado sin algún tipo de suministro vital para la oficina. Probablemente pienses: «mejor ir a la ciudad, quizás visitar una tienda para asegurarte de que estás bien abastecido».
Cuando vuelves, son las 3:30 de la tarde. Realmente no quieres empezar algo ahora que está a punto de anochecer. Así que probablemente sea mejor dejarlo para mañana por la mañana.
Mañana por la mañana, algo más sucederá. Te darás cuenta de algo más. Decidirás que es mejor que vuelvas a leer tus libros de investigación.
Esto es sólo una forma ordinaria de evasión.
Todo el mundo lo hace.
Tienes un trabajo que hacer que es realmente importante. Y, por un lado, estás entusiasmado con él, pero también eres un poco aprensivo. Así que lo evitas.
No hay nada malo en esto.
Todo lo que tienes que hacer, en mi caso, cuando he estado evitando cosas durante unos tres días, entonces mi sentido de culpa de clase trabajadora me abruma y me doy cuenta de lo miserable que soy y siempre he sido. Y en ese momento, cuando ya no pueda soportarme a mí mismo, pondré el culo en la silla.
En realidad, éste es el mayor problema en cualquier campo del arte: poner el culo en la silla. Si puedes hacer eso, el resto será pan comido.
Pero sí, procrastinamos.
Así que entiende lo que estás haciendo. Piensa: «Bien. Estoy procrastinando. Voy a hacerlo durante el tiempo que sea necesario y luego me pondré a trabajar».
Te encontrarás con el mismo problema al final del proceso de escritura de guiones, según Syd Field.
En ese momento ya llevas meses viviendo con este proyecto, posiblemente. Y entonces es una parte importante de tu vida. ¿Cómo va a ser tu vida cuando ya no estés haciendo el proyecto? Así que te darás cuenta de que a medida que te acercas a las escenas finales, te darás cuenta de que una de las escenas anteriores probablemente podrías volver atrás y corregirla o alguna otra cosa que evite escribir esa escena final.
Procrastinamos en ambos extremos de un proyecto. Sólo tienes que saber lo que estás haciendo, saber que estás procrastinando y luego superarlo».
Alan Moore sobre el fin último del arte
Según mi experiencia, si hablas de algo específico con suficiente pasión, suficiente detalle, suficiente realidad, entonces se convierte en universal.
Tocas una fibra sensible en lo más profundo de cada ser humano, porque incluso si alguien no ha tenido exactamente esa experiencia, ha tenido una parecida, que creía que sólo le había sucedido a él.
Y esto nos lleva a lo que quizá sea el poder más grande del arte y la escritura, porque si pensamos que hemos tenido una experiencia que era exclusivamente nuestra y luego vemos un cuadro o una película o una novela en la que se expresa algo parecido a esa experiencia, entonces nos sentimos menos solos.
Y ése es, muy posiblemente, el propósito último de todo arte y toda escritura».
Traducción completa:
«Si te identificas con el personaje, sabrás lo que piensa y lo que siente.
Es muy importante habitar el personaje de la misma manera que lo hace un actor.
Ahora bien, cuando construyas un personaje, obviamente te basarás en gran medida en tu propia experiencia.
Tomarás cosas de tu propia vida, impresiones que has tenido de la gente, pensamientos que has tenido, y los cargarás en este personaje ficticio que has creado.
Cuando lo hagas, te aconsejo que busques en tus propios recuerdos.
Intenta encontrar esos pequeños momentos que te afectaron y que, por lo que sabes, solo tú, de toda la raza humana, has experimentado esas cosas tan específicas.
Porque, según mi experiencia, si hablamos de algo específico con suficiente pasión, suficiente detalle, suficiente realidad, entonces se convierte en lo universal.
Toca una fibra sensible en lo más profundo de cada ser humano, porque incluso si alguien no ha tenido esa experiencia precisa, ha tenido algo parecido, que pensaba que era algo que sólo le había sucedido a él.
Y esto nos lleva a lo que quizá sea el poder más grande del arte y la escritura, porque si pensamos que hemos tenido una experiencia que era exclusivamente nuestra y luego vemos un cuadro o una película o una novela en la que se expresa algo parecido a esa experiencia, entonces nos sentimos menos solos.
Y ése es, muy posiblemente, el propósito último de todo arte y toda escritura.
¿Qué te han parecido?
También los escritores de éxito se enfrentan a los mismos demonios que cualquiera…
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