En el post anterior hablé de lo útil que puede ser un blog para impulsar tu creatividad.
Ahora quiero profundizar en lo que puede significar tener un blog propio.
Para eso, hoy te quiero presentar a Antonio y María. Los dos son ilustradores y tienen más o menos la misma edad. Digo que los dos son ilustradores, pero la verdad es que ninguno de los dos tiene un trabajo en que se le haya contratado como tal.
Antonio trabaja en una agencia de publicidad, y trabaja como diseñador gráfico. De vez en cuando le sale la oportunidad para alguna ilustración, aunque es rara la vez en la que puede hacer el tipo de ilustraciones que a él le gusta.
María trabaja como freelance en lo que encuentra, relacionado con diseño: logotipos, maquetación, cosas por el estilo. Ella también consigue de vez en cuando algún trabajito de ilustración, pero solo a veces consigue dar rienda suelta a su imaginación y creatividad y hacer lo que le gusta de verdad.
La vida profesional de los dos discurre de alguna forma en paralelo.
Sólo que un día María decide abrir un blog (y Antonio no)…
Descubre a continuación cómo cambia la vida de los dos:
¿Cómo cambia la vida de Antonio?
No cambia mucho, la verdad. Lo contrario sería difícil no? Después de todo, es difícil que algo cambie haciendo siempre lo mismo.
Antonio sigue trabajando en una agencia de publicidad. Con el pasar del tiempo, el trabajo se le va haciendo cada vez más aburrido, ya que ha aprendido todo lo que podía. Han terminado los retos y se le ha sucedido la rutina, la monotonía y escasa satisfacción.
En sus ratos libres, Antonio sigue intentando seguir sus pasiones: tiene una libreta que llena de dibujos, bocetos para proyectos que le gustaría llevar a cabo, y alguna ilustración más ambiciosa.
Pero pasan los meses, y con los meses los años. Nada surge de sus esfuerzos: las veces que enseña sus creaciones a compañeros, amigos y familiares, recibe alabanzas, pero no consigue nada concreto.
Un día decide usar Facebook y Instagram para publicar algunas de sus ilustraciones.
Consigue cosechar unos cuantos ”likes” que le dan satisfacción, pero nada más allá que eso.
Al final él mismo se da cuenta que en Facebook es difícil concentrarse en algo específico: son demasiadas las publicaciones que luchan para acaparar atención.
Y Antonio no sabe que Facebook limita el alcance de sus publicaciones, y que sólo una parte de sus fans las recibe en su muro.
Antonio ha decidido apoyarse en una plataforma de la que no es dueño, y es a la merced de quien marca las reglas del juego: el propio Facebook.
Si quisiera ampliar la audiencia de sus publicaciones, podría por ejemplo invertir en Facebook Ads: pagar a Facebook para que sus ilustraciones llegasen a más gente.
No sólo eso: estar a la merced de lo que decida Facebook quiere decir que un buen día podrían hasta cerrarle la página. No sería la primera vez (véase por ejemplo los casos de Joan Cornellá, Frank Cho, la revista Viz o este otro caso ): puede ser suficiente publicar un dibujo que Facebook considere que vaya en contra de los términos de uso de la plataforma, de forma a veces arbitraría.
¿Quieres saber cómo termina la historia de Antonio?
Todavía no ha terminado, pero Antonio cada año que pasa está más desanimado. Empieza a pensar que ya es mayor para dedicarse a sus sueños de juventud, que su pasión quizás sólo sea un hobby, y que no tiene tiempo ni cabeza para eso.
Empieza a hacer mella lo que algunos de su círculo más cercano comentan de vez en cuando: que el mundo real es otro, y que hay que aceptar la realidad tal y como es: si tienes un trabajo, ya tienes que darte por satisfecha, y dedicarte a ello. Para tomar un respiro está la televisión, las redes sociales y los fines de semana con los amigos. Gratificación inmediata con poco – o nulo – esfuerzo.
Antonio no está del todo convencido que de verdad su vida quede sólo en eso, pero si todo el mundo a su alrededor parece opinar así, está empezando a pensar que quizá el que se equivoca es él.
María también guarda varias libretas llenas de dibujos, que también publica de vez en cuando en Facebook e Instagram.
Pero un día decide que quiere ir un paso más allá, y quiere abrir un blog.
Hace algunos pinitos para intentar todo ella misma, pero pronto se da cuenta de que su tiempo es limitado. No puede hacerlo todo, tiene que elegir entre la ilustración, que es su pasión, o invertir tiempo o/y dinero en aprender cómo construir un blog en condiciones.
Ha decidido tomar su afición en serio, por lo menos una temporada, y ver qué puede salir de ahí.
Así que redacta unas páginas de presentación, crea una galería con sus mejores imágenes y empieza a escribir presentando también su proceso creativo y su lucha personal en los artículos que va publicando de forma periódica en el blog.
Sobra decir que pasaron los meses hasta que su web tuviera una cantidad relevante de visitas.
Pero por su sorpresa María se dió cuenta que estaba ocurriendo algo inesperado.
Independientemente del tráfico que pudiera tener, poco a poco empezaba a tomar aún más en serio su pasión, a verla con otros ojos.
Siempre había tenido claro que la ilustración era lo que más le gustaba. Sin embargo, estaba descubriendo que hasta entonces no había realmente creído en la posibilidad de que eso fuera algo más que una vía de escape, una fantasía que no la llevaría a ningún sitio.
Ahora, el mero hecho de hacer pública su pasión, mostrar al mundo su talento, estaba transformando de forma paulatina su nivel de involucración: sentía que iba en serio, realmente era algo importante para ella.
Su proyecto era de repente algo real, y muy serio, por lo menos para ella. Y eso al final era lo importante.
Enseñar sus ilustraciones y escribir todas las semanas se había transformado en un mecanismo que la obligaba de alguna manera a rendir cuenta de lo que estaba haciendo, la empujaba a seguir adelante.
Y el seguir adelante se estaba revelando un camino de descubrimiento personal.
Estaba aprendiendo qué era lo que más le gustaba dentro de lo que hacía, cuáles las cosas que mejor se le daban, y adónde quería ir.
Salir de su zona de confort estaba resultando una decisión acertada: ahora se sentía más viva. Es cierto que resultaba complicado y a veces abrumador intentar encajar sus ilustraciones y el blog en su día a día, con el trabajo y las otras actividades. Pero ahora se sentía más llena y hasta más feliz.
Con el pasar del tiempo, las visitas empezaron a llegar.
Y con ellas, otro mundo empezó a abrirse delante de sus ojos.
Pudo conocer virtualmente a otras personas afines a ella, que compartían su misma inquietud creativa.
En las temporadas que estaba de bajón, conseguía volver a la mesa de dibujo y encontrar energía pensando a su público, al que de alguna forma no quería defraudar. En general, era más productiva y eficiente, no sólo con sus ilustraciones sino también en su trabajo de todos los días.
Algunos lectores le habían dado un feedback que le había resultado interesante y útil: gracias a eso, había logrado progresar y mejorar. A veces una mirada externa es necesaria y refrescante.
Hace unos días se puso en contacto con ella un lector que es maquetador, para proponerle hacer un proyecto junto para publicar un cuento ilustrado.
María está viendo la posibilidad de llevar sus proyectos creativos personales un paso más allá.
Ya lleva un tiempo con el blog: tiene una pequeña pero fiel comunidad de lectores interesados, que estarían dispuestos a pagar por sus creaciones – que gracias al feedback y reconocimientos crecidos alrededor del blog han mejorado bastante comparado con sus inicios.
Antonio y María, los dos son ilustradores. Pero ahora María es mejor ilustradora.
Y además, no es sólo eso. Ahora, saliendo de su zona de confort, ha ampliado sus conocimientos: sabe manejar un blog, cada vez con más soltura. Por suerte, es una actividad que se aprende al hacerla, practicando, así que ha aprendido un montón casi sin darse cuenta.
El otro día la contactaron desde una pequeña agencia de comunicación con una oferta para que se encargase del blog corporativo: tanto de los contenidos, como de la parte visual: les parecía que sus ilustraciones encajaban con la imagen de la agencia, y que quedarían estupendas como complemento visual al blog.
¿Qué te parece?
¿La vida de María es demasiado color de rosa?
Es posible. Nadie puede asegurarte el 100% de probabilidades de alcanzar ese resultado.
Desde luego, el sólo acto de abrir un blog no lleva a eso.
Abrir un blog, y currar como un cabrón, quizás sí.
Desgraciadamente o por suerte, sólo hay una manera de averiguarlo: hacer algo. Pasar a la acción. Mover el culo en lugar de quedarse sentado haciendo hipótesis, sacando “peros” y excusas.
Quedarte como estás es la solución más cómoda, pero no te llevará a ningún sitio.
Al día de hoy, disponer de una puerta en internet, un escaparate digital, es un camino casi imprescindible.
¿Te he convencido, y quieres lanzarte en el hiper espacio, pero no tienes muy claro cómo?
No te preocupes. I’ve got you covered.
Casi siempre hay más de una solución al mismo problema.
En el siguiente post te voy a presentar una de esas soluciones, para resolver todos estos problemas de una vez por todas
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